El emplazamiento augura una comida o cena maravillosa, ya que está emplazado sobre el acantilado y con una terraza con vistas al mar que es una pasada. Como siempre estaba a rebosar y como íbamos sin reserva nos tocó esperar 90 minutos (y no exagero) con 2 niñas pequeñas porque evidentemente queríamos terraza (en todo momento había disponibilidad en salón interior y nos lo ofrecieron). Tras tanto esperar pedimos por fin el menú denia, a 35€ que estuvo bien, sin más, no te quedas con hambre y está todo muy rico, especialmente me gustó la gamba a la plancha. Si bien estoy dispuesto a pagar 35€ por dicho menú no me parece de recibo que cobraran 4 "pan y cubierto" a 1,80 por cabeza cuando íbamos con 2 niñas de 2 y 6 años que habían aguantado 90 minutos para ir a comer. Se supone que si voy a comer bastante pagamos en la carta o menú sin tener que pagar estúpidos impuestos revolucionarios por ponerte pan y los tenedores en la mesa. El personal va frenético de aquí para allá y la verdad que se supone por su ubicación que debe ser algo tranquilo y relajado pero con tanto agobio, tanta espera, tanta angustia y luego pagar 92€ pues como que no compensa del todo, aunque como digo la terraza es impagable.