Carta cantada por un camarero. Prolijo y rápido en la descripción de cada plato. Imposible poder tener una idea de lo que te están ofreciendo. Nula capacidad para cambiar lo que están haciendo ante una educada petición de modificar su exposición. No ofrecen carta escrita aduciendo que su manera de hacer es la otra. El maître justifica al camarero y nos vamos, siendo amablemente despedidos con cierta sorna. Lo que nos dieron, como cortesía, mientras esperábamos al camarero, estaba bien.