Restaurante: Cal Ros

Fuimos en el puente de los santos el pasado mes de octubre, que coincide en Girona con la fiesta de sant narcis, patrón de la ciudad, en la semana de fira. Pedimos el menú de fira. No recuerdo la denominación de los platos pero, pertenece al reino de la fantasía. De primero un canelón grande grasiento de queso y de sabor anodino y una especie de tostada con una pasta tipo queso filadelfia, que supuestamente era brandada de bacalao. De segundo, unos calamares insaboros a pesar de estar rellenos de butifarra ¡? Y acompañados de una pasta de sabor indefinible. El postre, un xuxo con chocolate que no estaba mal y una bola de helado de fresa cubierta de chocolate blanco, pero congelada de tal forma que todo intento de ataque resultaba infructuoso. En resumen: caro, escaso y malo, muy malo. La sensación de malestar por lo ingerido me acompañó el resto de la jornada. Pagar y llorar, que dice el refran. Parece increíble que haya gente en la cocina ofreciendo innovaciones cuasi tóxicas, cuando con un huevo frito bien hecho, se queda mucho mejor. Desde luego, no pensamos volver. Y a partir de ahora, cuando me pregunten, diré lo que pienso, ya que el que asiente, consiente.

Muy caro para la calidad que dan... Se liaron con el menú de flors y no nos dieron opción a elegir de carta más económico cuando a otros clientes vimos que si....

Pedi el menú de les flors. El primer plato estuvo bien pero el segundo que era pescado (tronco de merluza) era horrible, rebozado con harina de galleta estaba mal cocinado y era pescado congelado. Pague 104 € que no se merecia. No volvere!

El restaurante cal ros ha sido todo un descubrimiento en una visita a la ciudad. Nos ha encantado. El ambiente es muy bonito, acogedor y relajante. El servicio impecable. La carta de vinos muy correcta y nos ha llamado la atención la variedad de ginebras. La comida excelente, comida tradicional catalana actualizada, con una presentación moderna. Hemos probado un menú especial de carnaval completisimo. Lo recomiendo sin duda alguna. Repetiremos (nos hemos quedado con ganas de probar el steak tartar con maridaje de gin tonic! Mmmmmm)

De cocina tradicional, nada de nada, quizás se podría englobar dentro de la cocina de autor y de mercado. La presentación de los platos es buena. Los platos no son nada abundantes. El precio del menú es de 35€ y la carta de 45 a 55€ sin el vino que puedas escoger. El servicio lento entre platos y muy ajustadillo en su trato por la categoría que pretender dar al restaurante. No se sale muy satisfecho con lo que has pagado. No volveré