He ido en varias ocasiones desde que lo descubrimos, es pequeño, acogedor el trato cordial y amable personal cariñoso con los niños, la comida típica de la montaña, con unos caracoles a la llauna buenísimos postres casolanos pero lo mejor de todo es que personas como yo celiacas pueden comer, desde pan tostado a canalones o croquetes o rostidos, ya que los dueños tienen un hijo celiaco y tienen un buena variedad en comida para nosotros os lo recomiendo