Restaurante: Casa Nacho Gonzalez.

Estuvimos a media mañana y con la pretensión de un almuerzo a base de jamón, cosa que no pudo ser porque "no estaba el cortador" (cierta sorpresa por mi parte), con lo que nos tomamos un vino y nos hizo la cocinera un pincho con panceta que estaba muy bueno, pero fue un poco "ligt" el almuerzo... Local cuidado y con detalles del sur y el mundo del toreo y el cante.

Hemos ido un grupo de 8 personas( 2 de ceuta y 6 de ronda). El lugar encantador, el servicio maravilloso, calidad superior, muy buena atención de los propietarios. Es un lugar con encanto, junto a un puente por donde pasa un agua cristalina que sale de un manantial a menos de 100 metros. Ademas hemos parado en su posada que esta pasando el puente. Es un sitio relajante y una cosa importante es que se encuentra en el centro de Cantabria y a menos de 50 km del aeropuerto. Yo volveré porque he pasado unos días maravillosos.

La comida muy bien y la atención también. El sitio pequeño, las mesas muy juntas. La calidad-precio mala.

Familias con niños mejor abstenerse. Estuvimos comiendo dos familias de amigos hace unos días, niños de 1, 2 y 4 años. Tras pedir unas croquetas para que nos pusieran algo rápido para los niños pedimos nosotros, pero qué casualidad que cocido montañés y alubias no les quedaban, justo los platos de cuchara con un precio más asequible. Pensamos otras opciones para pedir y no recibimos los platos hasta una hora después. Se habían ocupado algunas mesas más pero el restaurante estaba a mitad de aforo más o menos. En ese intervalo nuestra hija de 4 años fue al baño con su madre y en el trayecto dio un saltito de la mano de su madre, ante lo cual fue llamada la atención por parte de la camarera hija del propietario, diciendo que eso era muy peligroso porque se podía caer un cuchillo o cualquier cosa. Sin dejar de asombrarnos por el comentario pedimos disculpas. Según pasaba el tiempo sin poder empezar a comer siquiera, nuestra hija se levantó un momento de su silla sin llegar a molestar a ninguna otra mesa ante lo cual la misma camarera, creemos que incitada por su padre, volvió a llamarnos la atención, nosotros dijimos respetuosamente que intentaríamos hacer todo lo posible para no molestar, y la camarera que parecía muy estresada, nos recordó que nosotros éramos sus padres, lo que nos pareció totalmente fuera de lugar. Por lo cual creemos que las familias con niños no son bienvenidas en este restaurante, y mejor saberlo de antemano.

Estuve cenando con mi pareja el viernes pasado. Cenamos unas croquetas de jamón, pulpo a la brasa y de segundo, los dos merluza al champagne. No exagero si digo que fue la mejor merluza que he comido nunca, estaba deliciosa. Me lo recomendó un amigo común (lo dije al final) pero no me hizo falta decirlo para que nos tratasen como de la familia. Es un restaurante especial, la parte de abajo ambientada con flamenco, no deja indiferente.