Todo perfecto. Calçotada de calidad y cantidad y unos camareros muy atentos y serviciales. El lugar tiene mucho encanto ya que está rodeado de árboles, viñedos, etc. Y la casa principal era un castillo, con lo que os podéis imaginar que los comedores son rústicos y antiguos. Eso le da una calidad que no tienen los demás restaurantes de la zona. Y cabe añadir que no hacen turnos. Para finalizar, comentaré que nos sorprendió lo buenos que estaban los calçots y ya estamos en abril.