No conocía este restaurante pero hoy he salido encantada. El pulpo que hemos tomado es exquisito, el mejor que he probado en Zaragoza, tanto por la forma de cocinarlo como por la calidad de la materia prima. He comido una centolla que creo que llaman "rabuda" que estaba para chuparse los dedos y los percebes no digamos. El postre y el albariño, un buen acompañamiento para esta comida. Trato familiar, pero exquisito y muy correcto. Con todo lo que estoy diciendo no nos puede parecer caro 55€/persona. Repetiremos!