Restaurante: Don Angelo

Pequeño, pasa casi desapercibido desde la calle: pero ese llega a ser también un merito. Dos chicos cocinan: Alessandro hace pizzas deliciosas con ingredientes legitimos (la mozzarella y, por ejemplo, el salame "finocchiona" de toscana, con granos de anis) y de máxima calidad. Luca es el chef y prepara pastas perfectamente al dente, muy variadas de salsas y tipos, risotti fantasiosos (el de radicchio trevigiano muy recomendable), cremas de verduras delicadas y también personalisimas. De segundo, si se reserva, el pescado es fresquísimo y de mercado, directamente de la Boqueria. Personalmente prefiero las carnes: su tagliata es muy recomendable y hay un solomillo de cerdo con setas "porcini" imperdible. Los postres, finalmente, son todos de la casa: su tiramisù no tiene rivales, pero las "crostate" con mermeladas caseras y servidas justamente tibias, su "strudel" al estilo trentino, hay que probarlos. Sirve Moira, una chica guapa y dinámica que te mima, más que quidar el servicio rápido e impecable: el pan servido en un saquito de lona tiene su porqué y los grissini, de marca turinese, se casan especialmente con la crema de mascarpone y hierbas que te sirven mientras esperas los entrantes. Una excelente relación calidad precio: al medio día un menú que es una autentica ganga a 9,90 euros. A la carta, nunca he superado los 25 euros por persona, vinos italianos incluidos y, ademas, el jueves de 20 a 21. 30 hacen el aperitivo con buffete libre... ¡eso no se puede perder!