Lamentable. Que lástima ir desde Madrid con toda la ilusión del mundo. Lo que fue en los años 70 y encontrarte un cabrito seco pasado. Observé las mesas de alrededor y todas las paletillas estaban tan duras que os prometo que la parte junto al hueso no podía nadie incarle el diente, allí se quedaban. Duro como una piedra, tanto que el cuchillo en esa zona no lo podía atravesar, con lo cual los dientes una utopía. Han pasado muchos años y obviamente la cocina habrá cambiado pero para mal. No merece la pena ir, ni regalado volvemos. Que decepción. Que engaño...