A la hora de pagar me entero que en el menú de 16€ no se incluye la bebida. Hasta aquí ok. Pero la sorpresa es que el precio del agua pequeña es de 2,80€, el de la cerveza otros 2,80€ y el del café también 2,80€. Después de pagar, les comento que la bebida me parece muy cara, con lo que la señora, supongo que dueña, me devuelve 2€ en metálico, como el que da caridad y diciendo que es que se habían pensado que era un turista. Le digo que me parece muy mal el sistema y me responde con casi malos modos que no hace nada ilegal. Vergonzoso y pésima manera de tratar al turismo. Lo único bueno que tiene este restaurante es la situación. El personal muy justito de trato, no profesionales y la cocina del montón, no de acorde con el precio (bebida aparte, claro... )