Tenía mucha ilusión de volver a visitar, la pasada Semana Santa, el refugio: aquel restaurante en el que disfruté de tan buenos momentos en el pasado, cuando vivía en la Coruña, y antes de tener que venirme a vivir a Madrid por motivos de trabajo. Y tengo que confesar que me he llevado una decepción monumental al descubrir que “este” refugio no es ni la sombra de lo que fue. Pero lo peor de todo, y el motivo por el que me he decidido a escribir estas líneas, es la sensación de haber sido poco menos que “atracado a mano armada” por unos auténticos caraduras que, al parecer, pretenden seguir viviendo del cuento y de su pasado, “dándole el palo” al personal con un producto mediocre y un servicio más que mejorable. Vamos por partes: éramos 4 comensales, y la cuenta salió cerca de los 300 euros. El menú: un salpicón (para dos) y una ración de croquetas (para los otros dos) como entrantes. Arroz con bogavante (para dos) + rodaja de rodaballo + lamprea, los segundos suflé (para dos) + unos rollitos con chocolate + carpaccio de higos, de postre vino: dos botellas de un alberdi corriente deciros que el arroz estaba horrible, muy pasado, al igual que el bogavante, que estaba muy seco (congelado seguro). Bueno, esto es gracioso: en la carta pone “arroz con bogavante”… no “arroz con 1 bogavante”… o “con medio bogavante”. Lo cierto es que en el arroz nos vino con solo la cabeza del bicho y una sola pinza: seguramente se guardaron la cola y la otra pinza para ese salpicón que tanta fama tiene. Total: 60 eurazos del ala. El plato de rodaballo (26 euros) con una sola rodaja y una patata cocida, era del montón… la lamprea, al parecer, si que estaba buena, al igual que su famoso salpicón. Pero fue en los postres donde si que notamos el monumental bajón de “este” refugio con respecto a aquel al que iba yo antes: nada que ver. El suflé (que tanta fama tiene también) no me gustó… estaba preparado sin ningún esmero; el carpaccio (que era mi postre favorito y que siempre lo pedía) no estaba bueno… y los rollitos con chocolate estaban literalmente asquerosos (perdón por la expresión, pero es la pura verdad). El servicio tampoco estuvo a la altura: unos estirados que parece que te están perdonando la vida por permitirte ir a su restaurante y regalarles tu dinero (que todos sabemos que cae del cielo). Mucho tiempo entre plato y plato, lo que hizo que cuando llegó el segundo ya estaba haciendo la digestión del primero… y ni un solo detalle (de ninguna clase). Tampoco te traen ningún aperitivo- ni nada- mientras eliges la comida, o al final con los cafés... Es decir, mediocre. En definitiva: en mi última visita al famoso refugio no comí, ni mucho menos, como esperaba, pero lo peor fue la sensación de haber sido engañado, porque el precio que pagamos no está -ni mucho menos- justificado. Sé que este restaurante tiene mucha fama, porque en el pasado si que es cierto que era de lo mejor que uno se podía encontrar en la Coruña, pero de eso ya poco queda a día de hoy. En la Coruña hay centenares de sitios donde se puede comer o cenar excelentemente sin la necesidad de ir a tirar el dinero como hicimos mi familia y yo el otro día, y por menos de la mitad de precio que pagamos.