Su cocina, realmente buena con platos típicos de la cocina manchega. Digno de mención su arroz con caracoles, del que pudimos disfrutar mi mujer y yo. El hotel, limpio, correcto y con muy buenas instalaciones. Las calidades impecables, y el servicio inmejorable. Lo suficientemente alejado de la ciudad como para poder descansar. Pude conocer personalmente al propietario, d. Emilio, y compartir una amistosa charla durante el desayuno, quizá una de las mejores de las de estos últimos tres años. Una persona, respetuosa, coherente y digna de mi admiración. Para mí, una parada obligada cada vez que estoy cerca de la zona.