Restaurante: La Criolla

Lo peor que he visto en años de trato. No te dejan sentarte en la mesa sin saber no si quiera lo que vas a tomar

Yo fui con unos amigos en agosto, la verdad es que me decepcionó mucho. La comida era escasa, pedimos tabla de marisco y había una cama bastante grande de lechuga y patatas, en precio era muy caro en relación con la calidad y con la cantidad. No lo recomiendo. Hay sitios mejores para disfrutar de una buena cena sin dejarte una pasta.

Yo fui con unos amigos en agosto, la verdad es que me decepcionó mucho. La comida era escasa, pedimos tabla de marisco y había una cama bastante grande me lechuga y patatas, en precio era muy caro en relación con la calidad y con la cantidad. No lo recomiendo. Hay sitios mejores para disfrutar de una buena cena sin dejarte una pasta.

La verdad es que me decepcionó enormemente. Acudimos a cenar un viernes del mes de febrero para celebrar el día de los enamorados y fue un fiasco. Primer plato no descongelado del todo y ración muy escasa. Segundo plato aceptable, pero desde luego no como para pagar 27 euros por él. Asimismo los camareros estaban más a charlar entre ellos que a atender a los clientes (es la primera vez que he visto que el camarero apoye las manos en el respaldo de la silla de mi acompañante y se ponga a charlar con otro camarero. Vamos, como una falta completa de profesionalidad completa. ) puede que en su día la criolla fuera un buen restaurante, pero hoy en día deja mucho que desear y desde luego los casi 90 euros que pagamos por una cena para dos no están justificados.

Simplemente, se trataba de comer bien (no mucho, sólo bien), de estar a gusto, charlar tranquilamente durante la comida, y ser tratados como corresponde a un lugar de semejante prestigio. Pues nada de nada. Nos "encerraron" en una "habitación" de 10 m2. con otras 15 personas más, (en nuestra mesa eramos 4), tardaron 3/4 hora en llevarnos el primer plato (casi nos habíamos bebido la botella de vino, acompañada de la ración de pan correspondiente).
El ambiente era de desagrado general.
De charlar nada, claro, estábamos codo con codo con los Sres. de la mesa de al lado.
Los abrigos colgados del respaldo de la silla.
Los cuchillos no cortaban...
Con este panorama no se nos ocurrió ni tomar postre, por supuesto. Pagamos la cuenta y salimos de allí con muy "mal sabor de boca".