Fuimos con expectativas y nos encontramos con obstáculos. Cuando llegamos quisimos ver el lugar por dentro y un camarero comentó en plan burlón “¿qué es esto, una gira turística? ”. Intentamos probar un par de tapas en la barra o en una de las mesitas adosadas a la pared que están frente a la barra y el dueño o el encargado nos lo impidió indicándonos que si nos servían en la barra iba a terminar con la gente encima de él, porque “aquí viene mucha gente”, o que además tendría que contratar un camarero extra para esa área, todo ello salpicado reiteradamente de “¿me comprende? ”, como si no habláramos perfecto español. Nos pareció poco cortés y mal educado. “consume y paga”, parecía ser el eslogan; “estas son mis reglas”, en plan tosco. Los turistas jóvenes que quieren probar las exquisiteces del mediterráneo, pero sin gastar demasiado, son quienes entran al local sin esperar nada a cambio. Nosotros deseamos ese toque de empatía que te haga pensar que el cliente tiene algo de razón y sabe lo que quiere, así que, como de entrada no alcanzamos este objetivo, nos quedamos sin degustar y algo decepcionados, sin duda. Porque somos residentes y el folclore mal vendido no nos entra ya.