Restaurante: La Sierra

Nos dieron mesa para 20 min transcurridos los cuales se transformaron en 40 que se terminaron convirtiendo en 1h y 20 min. Ya en la mesa el servicio lento lento lento sin emitir en ningún momento excusa o disculpa alguna y con una actitud airada ante nuestro descontento que me resulto alucinante. Perdimos toda la tarde en comer y eso nos estropeo el día. La cocina bastante bien aunque en general abusan de la sal en todos los platos. La cantidad en cualquier caso escasa. A la hora de pagar también nos hicieron esperar y no bastando con eso la camarera se permite el lujo de darnos consejos sobre las reservas y chorradas varias como si no los presentes no hubiéramos salido de nuestra casa en la vida. Antes de llegar a marcharnos nos comunicaron que faltaba de cobrar una cocacola (2€ y pico). La nota que nos habían hecho no estaba detallada pero en su actitud parecía que les estábamos robando. Fue el colofón a una visita inolvidable. Muy desagradable la visita a este establecimiento, de los peores que estado en mi vida y conste que en contra de la suposición de la camarera he estado en alguno que otro. Nada recomendable.

Nos atendió un señor muy poco simpático, que no nos respetó la reserva. Fuimos con tiempo para comer una hora después, ya que esperábamos a más amigos que venían de camino. Le dijimos que éramos 6 adultos, 3 niños de tres años y un bebé con un carrito, para que nos ubicara correctamente en el salón y no molestar. A medida que pasaba el tiempo (nosotros esperamos en el bar) este señor pasaba a todo el que llegaba y cuando llegaron los amigos que esperábamos, nos dice textualmente "los niños no pueden estar sueltos" como si de perros se tratara, ademas nos dice que no hay sillas para ellos y que no podemos pasar el carro con el bebé que además se había dormido. Le decimos que se lo habíamos dicho, pero el señor nos planta cara, nos porfía y se lía a discutir con nosotros. Este individuo, nos dijo en principio a todo que si, que sin problemas, pero al llegar la hora de acceder al comedor se echó otras cuentas ya que metió a comer a todo el que llegaba y se tuvo que ver sin espacio para nosotros, encima nos quedó por mentirosos y lejos de querer arreglarlo discute con nosotros. Pues vosotros veréis, si vais sin niños, lo mismo el individuo es (no digo simpático) correcto, pero si vais con niños creo que no le gustan y les ve como animales molestos. Nada que no me vuelve a ver el pelo. Menos mal que en candelario hay mucha oferta y muy buena, siempre hay una excepción.

Relación calidad precio, optima; el trato extraordinario, la comida deliciosa. Y lo mejor de todo: la profesionalidad y atención de los dueños. Para volver