El restaurante es agradable y la comida buena, pero el servicio... Aparte de algo lentos, al dueño o metre se le ve "demasiado" amable, sugiriendo toda clase de especialidades; apenas puede disimular su descontento si le pides el menú, en nuestro caso uno de fin de semana por 20 euros. Caramba, ¡pare eso no pongas menú! Por supuesto y antes, el buen señor ya se ha asegurado de sugerir también bebidas no incluidas en el susodicho menú, ante lo cual picamos el anzuelo. Se incluye vino y casera o agua, y a pesar de sus recomendaciones de una cerveza de barril, lo que pedí en cualquier caso fue una coca-cola (mea culpa). Pero el colmo fue cuando, habiendo pedido mi novia un tinto de verano, van y nos lo cobran aparte. Llamo al camarero: "oiga, está incluido vino y casera, y yo ni siquiera he pedido la bebida del menú... ¿qué pasa con el tinto de verano? ". Total, que el tío va a preguntarlo y vuelve diciendo que lleva brandi o martini (¿? ), así que lo cobran aparte. Me pareció un gesto rastrero y lamentable, que confirmaba plenamente las sensaciones causadas por el metre, tratando de arañar hasta el último céntimo. Por dios, ¡un tinto de verano! Este tipo de detalles, al menos a mi, me alejan totalmente de un restaurante. Imagino que si vas a lo grande, te harán la pelota y saldrás encantado, pero no fue mi caso.