Restaurante: La Ternasca

Este fin de semana tuvimos en Zaragoza la visita muy especial de unos amigos que venían por primera vez a la ciudad, desde el otro lado del charco. Llevábamos semanas planificando qué hacer, y sobre todo, dónde llevarles a comer, para que degustaran algo típico de la zona. El lugar de elección fue la ternasca. No lo conocíamos, pero por alguna recomendación y comentarios, ayer decidimos ir allí. Al llegar el lugar estaba abarrotado, pero nos atendieron relativamente rápido. A la hora de elegir platos, nos decidimos por dos entrantes para compartir, y paletillas individuales para segundo. Al tomar la nota, la mesera nos hace cambiar de opinión cuando nos ofrece un chuletón que sale bien de precio y que está bien para compartir en grupo, por lo que nos olvidamos de las paletillas. Gran error. El primer entrante, unas migas, sale relativamente rápido. De sabor buenas, y hasta aquí puedo contar algo agradable sobre este lugar. A partir de este momento comenzaron a pasar los minutos, y comenzó una espera eterna del entrante que nos faltaba y del chuletón. Parecía que estábamos pintados en la pared, no había manera de que nos trajeran nada más, ni siquiera nos miraban. Comenzó a llegar personal nuevo a las mesas de alrededor, y veíamos como a estas personas les servían, mientras que nosotros estábamos a dos velas. Mi marido, ya desesperado, estuvo a punto de levantarse e ir a la barra a preguntar, a la mesera le hicimos alguna seña, la cual ignoró totalmente, a los 45 minutos de reloj, aborrecidos de esperar, se nos trae una bandeja con el chuletón y unas patatas fritas de bolsa horrorosas, olvidándose el entrante que nos faltaba. Cuál fue nuestra sorpresa al ver esta carne, de calidad cuestionable, que se supone debe ser la estrella del local. Íbamos buscando el mejor ternasco de aragón, tal como se promocionan, y nos encontramos con algo de risa. Muertos de hambre nos servimos, y no hay manera de que el cuchillo entre. La mitad de la carne eran nervios y partes blancas de grasa incomibles, pensábamos que era una broma! Picoteamos lo que pudimos y la mitad, nervios y grasa, se quedó en la bandeja. Mi marido, muy enfadado, pide la cuenta para irnos cuanto antes del lugar. Y ahí fue cuando ya pusieron la guinda del pastel, lo "mejor" de esta situación surrealista. En la cuenta nos incluyen el entrante que nunca llegó, 11 euros por un revuelto de ternasco con verduritas o algo así, y cuando mi marido lo reclama en caja, le dice la mesera que esos 11 euros son "por las patatas fritas" (las de bolsa, por dios)! Parece que nos vieron cara de tontos! Tomé yo las riendas y me fui a la caja a reclamar los 11 euros, tuvieron que devolverlos, buen remedio. Nuestro enfado no fue por el dinero, sino por la acción y el querer engañar con excusas baratas. Salimos del local muertos de hambre y con la amargura de haber tirado 71 euros a la basura. Era de pena vernos salir de un restaurante, a buscar otro donde poder comer. A esas horas, 4. 10pm, ya no encontramos ningún lugar que sirviera comidas, después de haber perdido nuestro tiempo y dinero en la ternasca. Tuvimos que entrar en un local a comernos unas tapas, sencillas y dignas y que nos supieron a gloria después de lo vivido. Situación totalmente surrealista y que nunca nos había pasado en ningún restaurante, y hemos visitado muchos. Vergüenza ajena con estos amigos, a los que llevamos a ese lugar con toda la ilusión del mundo. Sitio para nunca más volver. Y nos encargaremos de que ningún conocido/familiar nuestro, tampoco vaya.