De primero pedimos croquetas y queso de cabra. Están buenos. De segundo el chuletón 1kg para compartir mi mujer y yo, y para los niños el menú infantil, de spaghettis con tomate. La carne vino 1h después de haber terminado los primeros. Además, la pedimos poco hecha, y llegó muy hecha. Al llegar la carne, pedí un poco de sal, y el camarero me trajo un salero de sal fina de mesa. Me tocó llamar a otro camarero, y especificar que quería sal gorda. Se olvidó de traerla, y al volver, nos vió a los dos con el brazo levantado, entonces la trajo. Entre unas cosas y otras, empezamos a comer la carne más de 1 hora después de haber terminado los primeros platos. Como es de imaginar, ya no teníamos ni hambre, y bastante mal humor, porque además solo el plato de carne cuesta 56€ y es para que se preocupen un poquito más: si la pides poco hecha debe venir poco hecha. No se entiende que llegue tarde, y encima demasiado hecha. Es falta de organización. Menos mal que tienen una sala donde los niños pueden jugar y están con una monitora. Nos hemos tomado casi toda la botella de vino sólo mientras esperábamos por la carne. De aburridos que estábamos, me fijé que la botella de aceite de oliva venía abierta. Aunque no debería, es verdad que ocurre en todas partes; pero además, la nuestra tenía la fecha de caducidad ya pasada... De tanto rellenar, ni se han preocupado en cuidar ese detalle. Para lo que pretende ser este restaurante, un error garrafal. Todas las mesas de mi alrededor estaban con caras largas. Como sería la cosa, para que el maitre se molestara en invitar a chupitos o copas a cada mesa al llevar la cuenta. En mi caso pedí un coñac cardenal mendoza o duque de alba o 1877, y me trajeron un 1866.... Sin comentarios. En resumen caro, pero sobre todo, malo. Es lo que se llama comer a disgusto y salir de mal humor.