Cuando entras en montecruz lo primero que te llama la atención es la sensación de que eres bienvenido. Su comedor es discreto, poco ruidoso y muy acogedor. El servicio es atento y se interesa por los clientes sin atosigar. El de agradecer que haya música muy suave y tranquila de fondo. Ya está bien de restaurantes ruidosos. La comida está basada en buenas materias primas de la zona como setas de temporada, caza y productos ibéricos elaborados con arte e ingenio. Ha ido en varias ocasiones con amigos y familiares, siempre reservo por si acaso y salimos encantados. Volveremos esta temporada de nuevo con algunos amigos.