Restaurante: Peña Castil

Nosotros hemos estado en Semana Santa durante 4 días y hemos comido de maravilla, ni que decir del hotel, es super acogedor y tranquilo. Todo el personal nos ha tratado con mucha amabilidad y todas las rutas recomendadas estuvieron genial. Pensamos volver.

Recientemente acudí con un amigo a comer a este restaurante. Una vez sentados en la mesa y habiendo decidido que comer, pedimos una fabada de primero y como segundo plato cabrito estofado, que para cualquier ser humano creo que se puede considerar una comida bastante potente. Entonces nos ofreció un poco de queso mientras esperábamos a la fabada. Yo le contesté que a mi el queso no me apetecía, pues no es que este sea santo de mi devoción, por lo que él, rápidamente, nos ofreció sacar media de queso para mi amigo y media de embutido para mi que no quería queso. La sorpresa vino cuando vimos que sobre la mesa nos dejaba una señora tabla de quesos y otra de embutidos, haciendo tambalear nuestros estómagos y posteriormente nuestros bolsillos. Después de estas dos "medias raciones", vino la fabada que estaba muy buena y posteriormente el cabrito estofado muy pasado y unas patatas que dejaban mucho que desear. En este punto nuestros estómagos nos pedían clemencia y le digimos que imposible que comiéramos postre. Una vez en el bar y después del café le pedimos la cuenta, buffff,....., sin palabras me quedo. Eso sí, nos regaló dos botellas de sidra, que es un detalle, pero no para darle mucha importancia. En ese momento también nos intentó vender más queso, increíble pero cierto, y un CD que tenía en venta de una chica de Tresviso. En conclusión, en mi opinión he de decir que no da muestras de racionalidad a la hora de ofrecer el menú en lo que a cantidad se refiere y está a venderte todo lo que pueda y más.

Iba yo solo y aprovechó que le pedí una tapa de chorizo (unos 4 euros) antes del menú, para recomendarme 1/2 de queso. La 1/2 de queso resultó ser media tabla de quesos. Por cierto muchos de los quesos, aparte de tener un nulo valor gastronómico, estaban resecos y cuarteados por el paso del tiempo. No me dió opción a rectificar, puesto que desapareció después de servirme el queso. A la hora de cobrar se desentendió del tema, dirigiéndome a una de las chicas que trabajan. Resultado: 12 euros del menú y 13 euros de queso.

Hotel de dos estrellas con un trato magnifico y acogedoras instalaciones. Todo muy limpio. Comida casera... Su dueño es un tipo estupendo, muy simpático. Nos hemos sentido como en casa