Restaurante: Vicent

Nuevo sitio descubierto al que no hay que ir jamás de los jamases a cenar ni comer ni nada: restaurante vicent, situado en avda pinares 16 de el saler. Comprados dos cupones a través de groupón/groupalia por 24 € por pareja, en los que entraban: - entrantes: bravas, clochinas, puntillas y ensalada de la huerta - plato principal: paella, pechuga de pollo, lomo o bacalao. - bebida: 1 botella de vino d. O Valencia o botella de agua. -postre: postre casero de la casa. Primera impresión del local: tranquilo, bonito, sólo para cenar 2 mesas. Atención del camarero: puntuación sobre 10, entre -5 y -1. Tras sentarnos en una mesa minúscula para 4 personas en un rincón teniendo el local mesas más grandes, se le pide la bebida. 1 botella de vino y otra de agua, ambas por pareja. El vino d. O de Valencia era castillo de chiva de 2013 tinto, se prueba y claramente se debería haber pedido otra botella de agua en lugar de la de vino. Una servidora, alérgica al huevo avisa para que la salsa de las bravas la pongan a un lado y que no pusieran huevo en la ensalada de la huerta; respuesta del camarero: "hay puede comer por donde no está el huevo". El resto de comensales lo disculpan diciéndome que quien no es alérgico no sabe los cuidados que debe tener con la comida, pues no, todo el que trabaja en hostelería-restauración sabe (curso de manipulador de alimentos) que no se debe contaminar alimentos que producen alérgenos con otros que no, la manipulación hace el mismo efecto que comer directamente el producto que da alergia. Tras dejar esto bien claro, nos traen un plato de puntillas y unas bravas más para 2 personas que para 4 y nos dicen que es un "menú degustación". Tras taernos las clochinas y la ensalada la decepción va en aumento, las clochinas pequeñas y casi blancas (más bien casi muertas), la ensalada más o menos decente. Llega el momento del plato principal, 3 de los comentales piden pechuga de pollo y una servidora lomo, el camarero no nos pregunta que tipo de guarnición queremos ni nada. Al sacar los platos, la guarnición de la pechuga eran dos trozos de berenjena y un espárrago verde a la parrilla; la guarnición del lomo eran patatas fritas cortadas como papas. La presentación estaba por debajo del 3, pero íbamos a probarlo de sabor... La pechuga: sin sal, fría y dura, la guarnición de verduras saladas. El lomo: un trozo más o menos tierno y el otro más duro que una suela de zapato mezclado con chicle, salados como si estuviesen en conserva y las patatas pobres y saladas. Tras una nefasta comida el camarero nos pregunta si queremos postre, "no faltaba más, ya lo hemos pagado" (pensamos los 4 ), y el famoso postre casero era a elegir entre este "sin fin de variedades": fresas con nata, fresas con naranja, fresas naturales, pudin o flan. Pedimos 3 de fresas con nata y un pudin. Si durante toda la noche la decepción de la comida fue un continuo lógicamente el postre no podía ser menos: la fresas presentadas en un vaso de unos 8 cm de alto y 6-7 cm de anchura, cortadas y encima nata; el sabor... Más o menos decente aunque algunas fresas parecían estar en sus últimas horas. El puding: más o menos bien presentado con su nata al lado, el sabor parecía aceptable. Intentamos terminar de cenar lo más rápido posible, el camarero antes de irnos nos preguntó si todo bien y nuestra cara era la expresión en estado puro de la decepción más absoluta, pero no íbamos a abandonar el pueblo de el saler sin ver en el exterior que dicho menú con cupón rebajado supuestamente en un 46%, valía lo mismo, exactamente lo mismo. Lugar al que nunca jamás regresaremos, uno más que se añade a la lista