Restaurante: Bodega el Espada

Con encanto y excelente trato. Nos comimos un chuletón a la brasa riquísimo, jugoso y al gusto de los dos, porque se puede compartir aunque a uno le guste menos hecho que al otro! Acompañado de unos pimientos asados y una ración de queso. Los postres son caseros, recomiendo la tarta de queso con moras!

Me parece un sitio con encanto! Rural y donde te atienden con una sonrisa, la carta no tiene muchos platos pero gran especialidad en parrilla. La carne me pareció super fresca y los platos nada escasos acordes para su precio! Salimos a 36 euros con postre café y licor! Se lo recomiendo a todo el mundo!

Fuimos a comer 9 personas el domingo 25-9-11 y procuraré dar mi opinión más objetiva posible. El restaurante en sí con su cueva y la terraza, bien. Respecto al sabor y calidad de los platos, bien, pero lo más negativo de todo fue que su carta es muy escasa y la cantidad que sirven en las raciones deja mucho que desear. Ante todo, puedo entender que en la carta no venga ningún tipo de pescado x que es el molar, pero es inadmisible que no haya ni cordero, ni cabrito ni nada relacionado con el cerdo, salvo chorizo y morcilla. Entonces la elección es fácil, sota caballo y rey, me explico, solo 3 ensaladas,2-3 raciones,2 pinchos y como platos más fuertes solomillo de vaca, chuletón que, eso sí, su peso mínimo no baja de 800 gr. y de sabor aceptable, y chuletas de cordero. De postre,3 tartas, arroz con leche y mini bombones de helado. La carta de vinos, aceptable y su precio, algo caro. Para acabar, un detalle muy feo, invitaron a chupitos a la mesa de al lado y a nosotros, ni agua, y sin aperitivo anterior al almuerzo. Sintiéndolo mucho, no recomiendo este restaurante

Excelente y familiar trato de Paco y Soraya. Hace casi 20 años decidieron aventurarse física y económicamente alquilando el local a Antonio e inmediatamente fuimos miles las personas que confiamos fin de semana tras fin de semana en esta joven parejuca. Recuerdo tener que esperar hasta 1 hora en el angosto local infestado de mesas ocupadas por jóvenes cantando, comiendo bebiendo y alargando la jornada hasta altas horas de la madrugada.

Valía la pena esperar, porque el premio era de incalculable valor. Ellos intentaban hacerte más agradable la espera ofreciéndote unos vinos (que luego nunca parecían en la factura) y con la maravillosa sonrisa de Soraya y los malabares de Paco ante los fogones.

Para mí lo mejor (si cabe comparar) son los finales cuando se ha ido todo el mundo y Paco y Soraya te regalan su presencia ya sin delantal en tu mesa con una coca cola.

Es curioso como han conseguido conservar en 20 años la ilusión por dar de comer y beber, y los mismos sabores de entonces. Ahora va menos gente ya que los puntos de carnet de conducir amenazan y los hijos impiden a algunos moverse con la autonomía de antaño, pero me hace mucha ilusión seguir viendo hoy a mucha gente de entonces. E

s curioso como la gente del Molar también prefiere EL ESPADA a otros sitios de alrededor (abiertos tras el éxito cosechado a base de sudor y amor por Antonio y después por Soraya y Paco. Confío que dentro de unos años (espero que muchos) Ainhoa e Iván sigan con el mismo espíritu que sus padres para que por lo menos mis hijos puedan seguir yendo allí.

MUCHAS GRACIAS POR ESTAR ahí durante estos casi 20 años
Un abrazo y un beso muy fuerte,
CHEMA

Sitio singular donde se come genial, en especial los pimientos asados, los pinchos de cordero a la brasa, picadillo, chuletón...