El hábito no hace al monje. No basta con parecerlo... Hay que serlo! Avaricia y usura definen tanto los precios de sus platos como el mínimalismo de los mismos. No recomendable.
El hábito no hace al monje. No basta con parecerlo... Hay que serlo! Avaricia y usura definen tanto los precios de sus platos como el mínimalismo de los mismos. No recomendable.
El día fue perfecto, nos atendieron muy bien, nos aconsejaron que comer y cuanta cantidad y la comida estaba buenísima. Y el precio nada caro. Repetiremos..
Comida casera, buenísima. El servicio perfecto.. Trato familiar, te aconsejan en los platos a elegir. Muy buena relación calidad/precio. Se lo aconsejo a todo el mundo.
Muy agradable servicio, comida casera y razonable relación calidad precio, bonito entorno en el corazón del pueblo y curiosas vistas al convento
Empezamos con una croqueta de gambón y otra de jamón con puerro (2 euros /unidad), muy buenas. Las croquetas son bastante grandes. Con una hubiera sido suficiente, pero queríamos probar las dos. También tomamos una patata rellena de rabo de toro (2,80 euros) y un pincho de pollo con puerro yakitori (3,90 euros). Todo riquísimo. De segundo tomé los judiones con rabo de toro (12 euros) muy delicados, impresionantes. Ojo: no son los judiones típicos con chorizo y morcilla, etc. Mi pareja pidió la carrillada al oloroso con crema de patata (14 euros); perfecta. De postre compartimos una espuma de crema catalana (4,50 euros). Absolutamente deliciosa. Todo eso, más un rioja, varias (muchas... ) cañas en la barra y un par de cafés, nos salió por unos 35 euros/persona. Está muy bien para lo que comimos (y bebimos). Abren los fines de semana y algunos festivos. Conviene reservar...
Puedes comer de forma muy variada, de hecho cambian muchos platos de la carta con frecuencia. La calidad en general es muy alta. El servicio es muy atento y familiar. Precios apropiados para los tiempos que corren. Desde mi punto de vista este singular local atesora una de las mejores cocinas de toda la provincia