Mi experiencia en el restaurante es más que nefasta. Acudí el día 30 de enero de 2016 a las 14:50 horas con mi hijo de 5 años, íbamos los dos solos. La entrada en el local fue con una buena recepción por parte del camarero que me preguntó si acudía con reserva, indicando que no, por lo que me dijo que no había problema en ocupar la mesa pero que tuviera en cuenta que los platos se cocinaban desde el momento en que se pedían. Nos acomodaron en una mesa. A las 15 horas sentaron a una pareja en la mesa de al lado; no nos tomaron nota hasta las 15. 15 después de la pareja que sentaron al lado. Pedimos dos platos, primero y segundo. De primero una tempura y de segundo un combinado de nagiris. El primer plato nos lo sirvieron a las 16. 15 y cuando lo hicieron nos informaron que el plato de nagiris tardaría mucho en ser servido y que se nos ofrecía una combinación de makis. Hay que reconocer que la tempura estaba buena pero el plato era de un tamaño irrisorio. Acabado el plato nos lo recogen y no es hasta las 17 horas que observo que van sirviendo nagiris a las mesas de al lado. Le pregunto al camarero si tardaran mucho en servir el segundo plato y me dice que aún no han empezado a cocinarlo. Pido la cuenta y por una botella de agua y un plato de tempura me clavan 20€. No recomiendo el local porque la relación calidad, cantidad y precio no está acorde. Tampoco lo recomiendo porque te toman el pelo y si vas con niños no puedes estar 2 horas esperando a que te sirvan un simple plato y luego te digan que lo que pides no te lo pueden servir pero lo estén sirviendo a las mesas de al lado. Tampoco lo recomiendo por la falta de respeto que mostraron ante su falta de atención por una reclamación legítima por su falta de atención.