Restaurante: Puerta Real

Comida de 15 euros por la que cobraron 40. Elaboración casi nula. 4 lonchas de cecina con 3 ramitas de escarola lacia, que no se molestaron en hidratar. Una miniensalada con 4 fibras de pato resecas, un entrecot de buey/vaca añeja que tiraba bastante más a ternera. Solo destacó una minitorrija excelente. Eso si, mycho verbo en el panfleto con el que lo publicitan. Un engaño. Como sueke ocurrir cuando contratas un menú por antelación. Ni volveré ni lo aconsejo.

Somos de Zaragoza y fuimos de viaje en familia y de pasada por Burgos, nos habían recomendado el restaurante puerta real y decidimos ir. Pedimos unos entrantes (que los ponen muy bien presentados e individuales) al entrar lo que más nos llamó la atención es la amabilidad y el buen recibimiento por parte del jefe del restaurante como de los camareros, al pasar al comedor nos cogieron los abrigos y nos acompañó un camarero a la mesa, pedimos tres entradas espectaculares, buena presentación y rica comida. Como es típico de Burgos el lechazo decidimos probarlo, tenia muy buena pinta y olia todo el comedor, recomendaria este sitio, la alegría con la que te atienden y lo buena que esta la comida es lo que me hace volver siempre que puedo, aconsejo a la gente que pruebe este sitio

Decidi comer en este restaurante por la situación ( frente a la catedral) y por el aspecto de asador, ""como resistirse""""en principio todo con muy buena pinta. Pedimos el entrante típico ( morcilla, chorizo, pimiento..., ) la morcilla agriaba un poco y el chorizo directamente no se podía comer, solo se salvaba los pimientos que parecían ser de bote, nos consolamos diciendo;el lechazo lo comeremos con más ganas, a mi en particular me encanta el lechazo y creo que he visitado y comido en muy buenos asadores, voy a lo importante "el peor lechazo que he comido en mi vida" la presentación era la normal, en orza de barro y calentito, pero la carne era como si estuviera hecho de varios días y recalentado en el horno, ni el camarero y el jefe de sala que retiraron los platos llenos de comida nos preguntaron por que no habíamos comido, nos pusieron el postre sin mas, con poca amabilidad por no decir ninguna y sin tocarlos pedimos la cuenta. Ningún trabajador del restaurante nos pregunto que pasaba, por que nos dejamos la comida que supuestamente debía ser un manjar dado el precio por comensal.

Si comes delante de la catedral de Burgos puedes asumir que no va a resultar barato. No obstante eso se valora cuando sales del restaurante, y en nuestro caso mereció la pena. Un restaurante muy agradable con unas morcillas sensacionales, unas chuletillas inéditas en nuestra memoria hasta ese momento y un asado de cordero excelso, casi tan bueno como el que yo preparo. En tiempos en que existen tantos supuestos asadores con piezas recalentadas o pasadas de punto, resulta gratificante degustar una carne de primera bien tratada. No tengo palabras para describir tan buena experiencia.

Nada más entrar pensaba que me iba a encantar, el entorno es maravilloso pero el servicio fue pésimo, creo que les deberían dar clase de modales.