El fin de semana pasado y tras una excursión por la ribera, acabé con mi mujer y por casualidad -recomendación de un vecino de la zona-, en este estupendo restaurante del que me impresionaron gratamente sus sabores. Especial mención a unos postres deliciosos y claramente caseros, nada de polvos ni congelados. No resalta por ser un lugar moderno, pero es algo empequeñecido al lado del trato cordial y familiar del servicio, y la limpieza del local -incluidos los baños-. Está alejado de la capital, unos 20 minutos, pero se llega fácilmente por la a7, por lo que no dudaremos en volver.