Restaurante: Sidrería Casa Toni

Lo que voy a contar me sucedió el pasado 19 de abril en el bar-restaurante Casa Toni de la avda. Carlos Marx nº18 de Gijón. Fui a cenar allí con un amigo mío y su pareja, para lo que pedimos una ración y media de costillas que estaban muy ricas. De postre mi amigo y yo pedimos tarta de queso, y su pareja otro postre. La tarta de queso era del tipo que se hace con queso phipadelphia y leche condensada, utilizado como base galleta. Mi madre las hace muy bien. En cuanto probé la tarta me percaté de que tenía un sabor raro, una especie de gusto amargo. Al preguntarle a mi amigo él me dijo lo mismo, aunque ambos convenimos que no estaba mala sino que sabía rara. Por ello le pregunté al camarero si la tarta llevaba algún ingrediente adicional, a lo que me contestó sin dudar que no. Dado que la opinión de la pareja de mi amigo también era que aquella tarta no sabía dulce, pedí que me la retirara habiendo probado dos pequeñas cucharadas. El problema vino cuando a la hora de pagar, incluyeron en el ticket aquella ración de tarta: 4€. Al preguntarle al camarero educadamente si la tenía que pagar, en el mismo tono correcto el me contestó "como no estaba mala... ", a lo cual yo le dije "entonces me la pones en una bolsa y la tiro a un contenedor", a lo que manteniendo la cordialidad él me contestó "no se trata de eso, se te quita". Cual sería mi sorpresa cuando segundos después aparece en la mesa la que supongo que sería la dueña de casa toni, con la tarta de queso que quedaba en la nevera, y diciendo en un tono de voz innecesariamente alto:

- esta tarta no está mala, ¿cómo te atreves a decir que está mala? ¡mírala! ¡porque la hago yo!. - señora, la tarta sabe como a café, ¿lleva café? - ¡qué va llevar café! - esa tarta sabe rara. - ¡no está mala! - yo no he dicho que esté mala, le digo que sabe a café. - ¡no sabe a café porque no lleva café! - ¿la ha probado usted? Le estamos diciendo tres personas que sabe a café. - ¡no sabe a café! Ante lo cual me levanté para ir a la barra a pagar y marcharme, pero por si mi sorpresa no era suficiente al ver que era a los mismos responsables del establecimiento a los que no les importaba montar un número, cuando yo no lo había hecho, y además aún quedaban dos mesas con clientes cenando que se habían percatado de todo gracias a la señora, cuando se dirige a mi el que supongo que sería el dueño, en un tono de voz que pudo oir todo el local:

- ¡como se nota que saliste poco de casa! ¡decir que esa tarta está mala...! Ante lo cual yo repliqué:
- si tratáis así a los clientes no quiero pensar como tratareis a los empleados. Pagué la nota descontados los 4€ de la discordia, y me fui.