La comida es de una excelente calidad, además la decoración te hace recordar el tiempo en el que las cosas se disfrutaban de otra manera y aquí puedes hacerlo. Las olletas de arroz y de trigo son las mejores que he probado nunca y sus postres caseros no se quedan atrás. He de decir por otros comentarios que he leído que el precio no es tan exagerado y no he tenido la sensación en ningún momento de que nadie pretenda ser ferran adrià puesto que es un tipo de cocina tradicional que no tiene nada que ver con la nueva cocina. Un saludo y les recomiendo que vayan a este acogedor rincón de la montaña alicantina.