Teniendo en cuenta que toda valoración es subjetiva, quisiera argumentar con detalle mi mala nota. Habiendo reservado con antelación nos mandan a la planta baja del restaurante en un rincón junto a una especie de hornacina de madera con sillas de reserva, algo poco elegante. Para empezar se olvidaron de mi bebida cuando trajeron la de mi mujer y mi hija. Reclamándola dos veces. Como solo yo, bebo vino, les pregunte que opciones tenía para tomar el vino de rioja por copas, me dieron una sola, un vino joven de la zona. Extrañado ya que hoy en día en cualquier local que se precie las opciones por copas son múltiples y muy interesantes, pregunté por botellas pequeñas y de dos opciones de crianza, pedí un “prado rey” de ribera que figuraba en la carta como crianza del 2010, cuando en realidad, era un media crianza en roble, por el que pagué 16€ por ½ botella. A todo esto tuve que tomarlo a una temperatura por encima de lo aceptable y en unas copas de vidrio grueso nada apropiadas para vinos de cierta calidad en un restaurante de dos tenedores. Pedí al camarero por favor, trajeran la comida de mi hija, que aunque era un segundo plato, para ella era el único. Me consta que lo requirió a cocina, pero no solo hicieron caso omiso a sus dos peticiones, si no que trajeron nuestros segundos platos antes que el de la niña. Mientras, probé mi cochinillo, el que tuve que pedir me calentaran, porque me lo trajeron un poco frío. Y para remate a las cuatro y medía pidieron a una familia que estaba a nuestro lado que se cambiaran a otra mesa cuando aún estaban en los postres. Menos mal que nosotros nos íbamos, ya que si no, hubiera sido la guinda del pastel. Todos esos pequeños detalles cobran otra dimensión cuando se trata de un restaurante de dos tenedores en el que por comer tres personas y una de ellas un solo plato te cobran 115,20 €. Los que hubiera pagado con agrado si todo hubiera sido satisfactorio.